2015 MUSEO NACIONAL DE LA MEMORIA, BOGOTÁ
El proyecto del Museo Nacional de la Memoria se plantea como un edificio que contribuya a la conformación de un espacio público de mayor alcance que el de su propio entorno inmediato, aunado con las dos facetas funcionales que definen su identidad como tal museo. Por un lado, una posibilidad de visita y revisión de los contenidos que requiere de gran atención, concentración y ambiente de absoluta calma y respeto por lo que allí se expone y contiene y, por otra, un programa de auténtico centro socio cultural enormemente vivo y propiciador de multitud de actividades de encuentro y comunicación entre ciudadanos de Bogotá y visitantes.
Se propone un desarrollo vertical para el museo y claramente horizontal para el centro sociocultural asociado. Se garantiza así fluidez, contacto, multiplicidad y simultaneidad de usos en las dos plantas primeras salvaguardando siempre el necesario silencio y tranquilidad pertinentes para los espacios de visita a los contenidos propios del museo. El edificio se desarrolla en siete plantas que intercalan seis entreplantas de escasa superficie que integran los servicios complementarios sin interferir en los circuitos de exposición, muestras y actividades. El volumen adquiere altura tan solo en el cuerpo central, teniendo siempre un máximo de planta y media en contacto directo con el espacio público perimetral amabilizando así la escala y la presencia inmediata del edificio.
En cubierta se encuentra el lugar de duelo. Se llega a él tan sólo por los elevadores y es la única estancia de uso público que se ubica en ese nivel. Llegar allí supone la voluntad de querer acudir. A veinticinco metros del suelo y restringido por tapias de seis metros de altura que intensifican su silencio y su relación con el cielo y su circunstancia de cada momento (sol, lluvia, nubes, noche oscura, estrellada…) se encuentra este espacio que, en parte cubierto y en parte abierto, conserva la gran rasgadura de fachada que busca los cerros orientales y presenta a sus pies una lámina de agua recogiendo allí la presencia de los tres elementos constitutivos de toda naturaleza –tierra, agua y cielo– y que tanto protagonismo tienen en la cultura ancestral de las tierras colombianas.
La envolvente continua del cerramiento se realiza con un sistema de revestimiento con perfil de extrusión microonda de aluminio, en vertical, y que recorre la altura completa con interrupción tan solo en los niveles de piso.
Así pues, el edificio se presentará abierto y transparente en su planta de contacto con el espacio público del parque; más neutro pero intensamente vivido a través de sus ventanas rasgadas verticales hacia la avenida de América y la 29; y más secreto y sutilmente presente en sus plantas altas. Como señal de presencia, especialmente preponderante en su imagen hacia la ciudad, está la rasgadura de un metro de ancha y 26 de altura que recorre los espacios de reflexión y permanecerá iluminada en la noche, como una luz de vela, que simboliza mejor que nada y ancestralmente el recuerdo, el homenaje y el duelo.
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