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El Aulario tres explora la disolución de los límites entre exterior e interior hasta alcanzar un todo común donde un espacio intermedio que participa de las condiciones de ambos establece una continuidad natural a la que la arquitectura acota sin imponer límites. Esta cualidad es la que le permite instalarse a placer en un solar marginal autoabasteciéndose de áreas libres y zonas verdes.

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Aprovechando un pilotaje existente, el sistema estructural se libera de la trama de apoyos y permite disponerse sobre el suelo con mayor libertad de forma. Esto deviene un conjunto de muros y losas que generan una construcción protegida suficientemente de aparcamientos y vías rodadas y abierta al norte-sur y sobre sí misma en completa y continua transparencia. Una arquitectura que envuelve y acompaña, propicia y sugiere, y que necesita de la incorporación urgente de la vida para alcanzar a ser; a tener sentido. Su despojamiento necesario lo atestigua.

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Su escaso presupuesto y la necesidad de proyectarlo en seis semanas y construirlo en seis meses, determinaron que todas las soluciones técnicas se planteen para una fácil puesta en obra y rápida ejecución. Salvo un sistema de techo metálico y otro de palas pivotantes de protección solar, el resto de detalles y componentes se resuelven de taller a partir de elementos convencionales de cerrajería o madera.